“Mientras más grande sean el reto y las asignaciones que te da la vida, más grande es la bendición que viene detrás.
 ¡Eso digo yo!”

Durante tres días vagó a la orilla de una carretera rural en el municipio de Toa Baja, pasando frío y hambre. Uno de esos días, un policía que trabajaba en las fiestas de pueblo lo vio, y le dio comida y agua, un par de días después, subió su foto a las redes sociales con este mensaje: “Este perrito no se mueve de aquí, parece estar herido, necesita ayuda”.

“Yo contesté ‘le doy foster’ y a las 10:40 p.m. del 21 de julio de 2014, llegó a casa. Un matrimonio que estaba participando de la publicación se ofreció a recogerlo y llevarlo hasta mi casa, en Carolina”, explica Margorie López Santiago, quien no imaginó todo lo que descubriría con este animalito en su hogar.

“Tiene las patitas malas”, le dijeron.

– “Ok, eso se lo trabajamos con un yesito. Yo lo llevo mañana al
veterinario”, contestó con cierta tranquilidad.

– “Tiró a morder cuando lo estábamos cogiendo”, volvieron a comentar.

– “Bueno, si está herido, debe de ser una reacción…
¿Le pusiste nombre?”, pregunté.

– “Bueno, sí. Aquiles, porque por ahí fue que me tiró”, dijo el caballero.

– “Ok. Pues, Aquiles es”, fue la respuesta de Margorie.

“Cuando lo llevé al veterinario, al día siguiente, me dijeron que Aquiles estaba paralizado de sus patas traseras. En ese momento, mi reacción inmediata fue levantar las manos hacia mi boca y taparla porque mi quijada cayó pesada. Mis ojos se abrieron de asombro, mi corazón se cargó de dolor y pensé en voz alta: ‘Y ahora, ¿qué hago con un perro así?’”, recordó haberse preguntado.

Pero, para ella, la eutanasia no era una opción, así que su próximo paso fue pensar qué hacer. En lugar de desvincularse, quiso pedir dirección. 

El doctor le habló de las terapias láser y de la sillita de ruedas… “¿Terapias láser? ¿Silla con rueditas? O sea, That’s a thing? Ok”, pensó en aquel momento, pero fluyó para resolver la situación, aunque, con un respiro profundo se preguntó cómo cuidaría de un perrito con discapacidad.

“Dios, tú sabes lo que haces. Yo ni voy a pensar en eso”, se tranquilizó a sí misma, mientras revivía el momento, pues a esto se sumaba que su salud emocional y financiera no eran las mejores. 

“Hacía apenas dos meses que había pasado por una separación abrupta, después de 20 años de relación. Tenía mucho dolor e incertidumbre. Además, tenía un perro grande, que era mi compañía; una perrita nueva, recién rescatada hacía ocho meses; y estaba adaptándome a la nueva realidad de quedarme sola con esa responsabilidad, más todo el desorden que acarrea tramitar un divorcio”, relató, para agregar “y, entonces, llegó Aquiles, con unas necesidades que requerían dedicación dentro de una condición que era totalmente nueva para mí. De eso ya van seis años”, compartió emocionada.  

De acuerdo con Margorie, aparte de su condición, “Aquiles también trajo consigo una sonrisa con una luz que alumbra, todavía hoy, cualquier rincón oscuro. Un deseo de vivir y de moverse que no solo lo ayudó a sobrevivir, sin ayuda, el accidente que lo dejó en esa condición; sino que también lo ayudó a sobrevivir, solo, días sin agua ni comida, a la merced de la naturaleza y estaba dispuesto a seguir viviendo normalmente”, expresó, mientras comentó cómo los ojitos de Aquiles todavía la impactan.

“¡Dios mío, sus ojos! Son la ventana más hermosa a través de la que veo un alma juguetona, desinteresada, fuerte, resiliente, agradecida, comprometida, fiel, respetuosa, ingenua, noble, bondadosa y amorosa”, enumeró orgullosa.

Hoy, Aquiles asiste a terapias semanales, aunque todavía hay que darle un poco más de atenciones.

“Mi horario, mi vida y mi futuro se planifican alrededor de sus necesidades y eso, para mí, es una bendición. Lo más bello de tenerlo son todas las emociones lindas, la gente buena, el aprendizaje, los momentos de entretenimiento, de amor, de sustos y de preocupaciones, así como las improvisaciones, la estabilidad, la estructura y el amor que ha traído a mi vida”, aseguró con emoción. 

“Aquiles y yo hemos desarrollado un bonding bonito; bastante especial. Yo no quiero imaginarme mi vida sin él. [Pienso que] todos los perritos son guías espirituales y sanan. Eso se ha comprobado. Se llevan toda la energía negativa de tu alrededor; te cuidan, te protegen espiritualmente y cada uno lo hace [de forma] diferente. ¿Recuerdas en qué momento llegó, verdad? ¡Exacto!”, exclamó con seguridad, mientras comentó que, aunque ama a sus tres rescatados con devoción, “Aquiles… ¡Aquiles es otra cosa!”.

“Mientras más grande sean el reto y las asignaciones que te da la vida, más grande es la bendición que viene detrás. ¡Eso digo yo!”, finalizó diciendo Margorie.