En el municipio de Bayamón, Puerto Rico, reside una familia que ha transformado su vida, gracias a la presencia de un miembro muy especial: Peter, un cabro que ha cautivado corazones y generado un impacto más allá de lo esperado.

La dueña de Peter es Kathia Yarí Ayala pero, detrás del cuidado diario de esta mascota tan particular, se encuentra su madre, Carmen Bravo, cariñosamente conocida como Kary. Hace casi tres años, Peter entró en sus vidas como un regalo inesperado de unos amigos que criaban ganado. Tenía, entonces, cuatro meses de nacido. Lo curioso es que buscaban una cabrita pequeña pero, al ver la foto de Peter, parecía diminuto. Sin embargo, al encontrarse con él, descubrieron su imponente tamaño. En la actualidad, a sus tres años, su tamaño es casi similar al de un pony.

A pesar de su envergadura, Peter es un animal resistente, raramente enferma y requiere cuidados mínimos, centrándose, principalmente, en su alimentación. Como rumiante, su dieta se basa en pasto y frutas, siendo los plátanos y aguacates sus favoritos. Además, complementan su dieta con alimento seco para cabros, asegurando así su nutrición adecuada.

El espacio de Peter es un área cercada en la finca, proporcionándole un territorio de 50 por 50 pies que incluye un “deck” de madera y su propia casita. A diario, sale a explorar la finca, incluso visitando a los vecinos, antes de recogerse en su área designada.

La historia de Peter dio un giro inesperado cuando, al principio, no tenían la cerca y compartía espacio con los perros de la casa. De hecho, se creía un perro más e, incluso, se paseaba por la cocina, por lo que Kary comenzó a grabarlo, convirtiéndose en el protagonista de divertidos vídeos caseros. Aunque no es experta en edición ni en redes sociales, la autenticidad de sus vídeos captó la atención de muchas personas. Desde su intento por entrar al baño hasta su aparición matutina un día que Kary estaba colando café y lo grabó entrando a la cocina y ella preguntándole si quería café, los vídeos se volvieron virales, atrayendo aseguidores ávidos por ver más travesuras de Peter.

La conexión entre humanos y animales es profunda y enriquecedora. Kary, quien es amante de los animales, encuentra en Peter una fuente de amor incondicional. Su presencia ha cambiado la dinámica familiar, llenándolos de alegría a pesar de las travesuras que, a veces, le hacen desordenar la cocina o consumir el pan o todos los plátanos.

La popularidad de Peter trasciende las fronteras de su hogar, recibiendo visitantes interesados en conocerlo personalmente e incluso peticiones de camisetas con su imagen. Este cabro ha demostrado cómo el amor y el cuidado hacia una mascota pueden generar una conexión que va más allá de lo esperado.

Sin embargo, el compromiso con las mascotas va más allá de las anécdotas divertidas. Requiere responsabilidad, dedicación y, sobre todo, amor. Kary enfatiza la importancia de evaluar la capacidad de atender las necesidades de un animal antes de adoptarlo, recordando que una mascota no es un simple juguete, sino un ser vivo que merece cuidados y atención constantes. Aunque reconoce que, gracias a las campañas de adopción, a las leyes que condenan el maltrato, a las actividades de mascotas, a quienes usan sus plataformas para crear conciencia y al aumento de lugares “pet friendly”, en la sociedad ha cambiado la forma de pensar hacia los animalitos, también opina que queda mucho por lograr, por lo que hay seguir creando conciencia.

En la familia de Kary y Kathia, Peter no está solo. Comparte su espacio con tres perros, dos de ellos rescatados, uno de ellos no vidente, y un gato rescatado desde pequeño. Todos son considerados miembros integrales de la familia, enriqueciendo sus vidas de formas inimaginables.

La historia de Peter es mucho más que la de una mascota peculiar; es un testimonio de cómo el amor y cuidado hacia los animales pueden transformar vidas y unir a una familia en torno a la alegría y compañía que estos seres especiales ofrecen.