La familia de Dennis Costa y Sharon Carlaine, residentes de San Juan, incluye cuatro perros, tres gatos y varios gatos callejeros a los cuales alimentan y brindan tratamiento médico.
“Todos nuestros hijos animales provienen de la calle y nuestra paloma, a la cual llamamos Pidge, no es la excepción”, comentó la pareja, al agregar que Pidge nació cerca de su hogar, tenía casi tres semanas cuando la encontraron y, además, estaba en esa etapa cuando las palomas suelen aprender a volar y dejan el nido.
“Su nido estaba cerca de otro nido donde una pareja de guacamayos todavía estaba criando a sus polluelos, en el mismo árbol”, dijeron.
“Una noche, nuestros vecinos vieron un objeto caer al suelo desde bien arriba del árbol y escucharon a la mamá guacamayo angustiada. Suponiendo que era uno de sus pichones, los vecinos buscaron en los alrededores, pero estaba oscuro y no lo pudieron encontrar”, explicó la pareja, la cual, al día siguiente, se topó con un “montoncito” en una esquina de su patio, justo detrás de unas plantas.
“Era el pichón, y estaba mojado y tembloroso. De alguna manera, sobrevivió y logró entrar a nuestro patio a pesar de los gatos que se pasan por el área. Nos dimos cuenta de que no era exactamente un bebé, pero que se le hacía difícil mover las alas, así que pensamos que estaba herido y no podía volar. Inmediatamente, le dimos un baño y le dimos de comer”, recordaron.
Le empezaron a dar de comer a mano, lo cual detestaba. Luego vieron que tenía un corte bien profundo en el pecho y el buche desgarrado, por lo que, lo que se comía, se le salía nuevamente por el pecho.
“Rápidamente, nos dimos cuenta de que la recuperación de este pichón estaba fuera de nuestro alcance. Así que, sin pensarlo dos veces, lo llevamos al Animal Emergency Clinic, en la Avenida Domenech, en Hato Rey. A pesar de que esto ocurrió durante el encierro por el COVID-19 y estaban muy ocupados, los veterinarios se dieron cuenta de que estaba muy mal herido y se lo llevaron de inmediato para hacerle una cirugía, cosiendo su buche y su pecho”, relataron Dennis y Sharon.
Así fue que llevaron al pichón a su casa, donde lo cuidaron, lo alimentaron, lo limpiaron y hasta le cantaron y acurrucaron, mientras veían televisión todas las noches. Poco a poco, Pidge se fue convirtiendo en un miembro más del hogar.
“Pidge es como cualquier adolescente, le gusta estar por ahí y pasar el rato con sus amigos. También le gusta que le canten. Somos horribles cantando, pero le gusta la atención que le prestan durante la serenata”, cuentan divertidos.
Ahora, Pidge se queda fuera toda la noche y, cuando despiertan, en la mañana, los visita y a veces se posa en la cabeza de Dennis, mientras este le sirve comida, para luego volar hacia Sharon para recibir más atenciones. Después de comer, se queda posado en la puerta para tomar una siesta, antes de irse nuevamente. Por lo general, los visita dos veces al día.
Dennis menciona que lo más divertido de su historia es que los vecinos realmente creían que era un bebé guacamayo, ya que la pobre madre estaba preocupada, como si fuera su propio bebé y, como sus bebés son grises, realmente creían que Pidge era uno de ellos.
“Cuando creció y se convirtió en una paloma adulta, se decepcionaron un poco”, compartieron, entre risas.
Debido a que Pidge no era un bebé cuando lo encontraron, en un principio se le hizo difícil depender tanto de los humanos. Luego se le hizo difícil reincorporarse a las demás palomas del vecindario y hacer amistades. Ahora que está de regreso con las otras palomas, se le hace difícil regresar con el matrimonio que la salvó.
“Notábamos muchas emociones conflictivas en Pidge y nos imaginamos que, para la paloma, era difícil entender cómo a veces se quedaba en la casa durante días y luego se quedaba fuera días, así que trasladamos su comida al garaje, para que tuviese su propio espacio, con acceso para visitar al exterior y el interior cuando quisiera. Eventualmente, hizo una rutina y ahora tiene lo mejor de dos mundos. Estamos orgullosos de Pidge, por haber podido socializar con las demás palomas y estamos felices de seguir siendo parte de su vida”, comentaron satisfechos Dennis y Sharon.
Para esta pareja, Pidge cambió por completo el concepto que tenían sobre las palomas.
“Pidge tiene una gran personalidad. En general, la gente no habla de lo inteligentes y divertidas que pueden ser las palomas; de cómo tienen sus propias peculiaridades y encantos… pueden ser una gran adición a una familia”, aseguraron.
“Pidge siempre busca atención. Es muy curiosa e inteligente, y vuela a diferentes áreas de la casa; por eso, siempre tenemos los abanicos de techo apagados. Una de sus activaciones favoritas es cuando aterriza en el abanico de techo y le damos un empujón suave para que dé vueltas”, explicaron.
“Aunque muchas personas tildan a los animales que viven en nuestras calles como un estorbo, como basura, ellos merecen una vida sana y feliz. Hemos rescatado y cuidado a iguanas, palomas, gatos, perros e incluso ratones que necesitan ayuda, y creo que es nuestra responsabilidad compartir amor y cariño con todos”, concluyeron.