Aunque son para muchos son solo animales, para nosotros son mas que eso, son nuestra familia.

Dante

Dante es un tierno perrito que llegó a nuestras vidas la mañana el 31 de diciembre. Ese día, mi esposo y yo fuimos al supermercado. Él me dejó en la entrada y cruzó la calle con el carro para esperarme. En ese momento, vio algo que se le atravesó frente al carro, se detuvo, abrió la puerta para ver qué era y, para su sorpresa, el perrito se subió enseguida. Mi esposo me llamó y me dijo: “compra galletas” y yo, sorprendida, le comenté que en casa habían, pero me insistió en que comprara más. Cogí las galletas, terminé de hacer mis compras, salí del supermercado y, para mi sorpresa, había un perrito, todo lleno de pulgas y asustado, pero con mucha actitud.

Ese día, completé mi manada de seis, de los cuales dos son recatados, pero, ¡Dante es el más bello de todos! Para descansar, hace una perreta, gruñe y se rasca hasta que se duerme. ¡Le encanta correr por todos lados y jugar con Nicola y Mike, y con un juguete que puede estar sonando todo el día!

Rocco Mickey

Rocco Mickey fue abandonado en la calle casi recién nacido. Una joven que caminaba por el lugar y que escuchó un chillido y un llanto en ese momento, percatándose de que era un perrito. Se lo llevó con ella, pero a los pocos días la llamaron a trabajar.

Para no dejar el perrito solo, decidió llevarlo al Albergue de Animales de Guaynabo, pero, allí no lo aceptaron porque era muy bebé. Gracias a que una vecina mía que se encontraba en el Albergue cortándole las uñas a su perro y escuchó lo que estaba pasando, fue que Rocco Mickey llegó a mi vida. En ese momento me llamó para ver si yo lo quería, pero al principio le dije que no porque vivo en un apartamento. Ella insistió y me volvió a llamar, entonces le dije que sí. ¡Ya va a cumplir un año! 

¡Rocco Mickey es un torbellino! Cuando salgo a pasearlo, le gusta correr y jugar con los otros perritos. Cuando tengo visita en mi casa, se emociona mucho y hay que aguantarlo, pues comienza a brincar de la emoción. ¡Es extremadamente hiperactivo!

Canelo

En 2012, compré una perrita de raza rottweiler a la cual llamé Candy. La cuidé y la quise muchísimo, pero enfermó y murió. En ese momento, estaba atravesado por una crisis en mi vida, así que caí en una profunda depresión.

Un mes después, mi hermano recibió la llamada de un amigo que le comentó que en su barrio había ocurrido un operativo policíaco en el que habían rescatado a varios perros de peleas clandestinas, incluida una camada de recién nacidos. Así que fui a su casa para recoger a uno de los perritos. 

Todavía estaba muy triste por la muerte de Candy, pero, al mirar a ese perrito de raza pitbull, tan pequeño y frágil, y, además, sin mamá, supe que tenía que llevármelo y rescatarlo de ese destino horrible de ser criado como un perro de pelea en uno de los barrios más peligrosos de la Ciudad de México. 

No fue sencillo, porque más de un veterinario me dijo que Canelo no tenía posibilidades de sobrevivir, pues necesitaba ser amamantado. Conseguí un alimento de buena calidad, con el que hacía una pasta y lo alimentaba; lo aislé para que no se enfermara y lo mantuve caliente hasta que pudo recibir su primera vacuna. Sin duda, fue gracias a él que, poco a poco, pude abandonar mi depresión.

Los siguientes años han estado llenos de momentos felices, incluso me casé, me mudé a Puerto Rico y lo traje conmigo.