Paco y Pepo
“nunca había tenido un perro como Paco. Es agradecido, noble, obediente, cariñoso, loco con los niños y demasiado sociable. Tengo varios amigos y amigas que me han dicho que es el perro ideal que quisiera tener cualquier persona”
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Desde niño, Pepo García estuvo familiarizado con los animales porque su padre tenía gallos y gallinas de pelea y, de vez en cuando, aparecía con conejos, cabras y palomas, entre otros animales. Sin embargo, aunque a él no le gustaba ver las peleas de gallos, los cuidaba a cambio de seguir teniendo animales, “al extremo de que llegué a tener muchos animales en el patio de la casa”, comentó el presidente de la compañía Comunicación Estratégica Corp. y periodista.
“Paco llegó a mi vida en septiembre de 2018. Es un English Cream Golden Retriever y el dueño que lo compró en Wisconsin, Estados Unidos, no lo podía tener por razones de salud de su suegra. Cuando supe que lo estaba regalando, lo fui a ver y rápido conectamos. ¡Sin lugar a duda, es el mejor regalo que me han hecho en mi vida!”, comentó complacido Pepo, quien explicó que, durante gran parte de su vida ha tenido perros, desde satos hasta otras razas.
Sin embargo, “nunca había tenido un perro como Paco. Es agradecido, noble, obediente, cariñoso, loco con los niños y demasiado sociable. Tengo varios amigos y amigas que me han dijo que es el perro ideal que quisiera tener cualquier persona”, dijo con evidente orgullo, aunque esto ha acarreado un pequeño problema.
“El problema con Paco es que me lo llevo para casi todos los lugares y es un perro que llama mucho la atención y mucha gente lo quiere tocar y algunos me han dicho que si lo pueden abrazar. Mi anécdota favorita fue el día que estaba en el patio y había cazado una gallina de palo. No la mató ni se la comió. Simplemente, me la trajo de regalo y tuve que rechazarlo”, contó divertido, para agregar que, de la raza, lo más difícil es que “bota mucho pelo y diariamente hay que cepillarlo, algo que le encanta y hasta se acomoda para recibir lo que entiendo él percibe como cariño”.
Cuando Pepo adoptó a Paco, este contaba casi con ocho años, lo que, por la expectativa de vida de la raza, supone un aspecto que considera debe trabajar.
“Tengo que prepararme porque, cuando lo adopté, casi a los ocho años, mi primo veterinario me dijo que era un perro adulto y que su expectativa de vida son 12 años”, dijo, para agregar que Paco “se ha convertido en un apoyo emocional durante todo este proceso de la pandemia. Sin lugar a duda, ha sido clave, porque llegó en un momento donde había perdido a mi padre, a la mejor amiga de mi hija, por una mortal enfermedad; María y todas las consecuencias que trajo, el terremoto y los temblores y, como, dije anteriormente, la pandemia”, afirmó.
A quienes desean adoptar una mascota aconsejó que no lo piensen pero que tengan presente que es un miembro más de la familia y que deben cuidarlas como si fueran hijos.