Por Jorge Mercado
Presidente
Movimiento Social Pro Bienestar Animal (MOSPBA)
No basta alimentarlos, tampoco darles agua y techo. Inclusive, no es suficiente bañarlos y llevarlos al veterinario. Tampoco basta con ser un “animal lover” porque, muchas veces, ese término es muy superficial y no compromete lo suficiente a nadie. Muchos llamados “animal lovers” abandonaron a sus animales porque molestaban, ladraban mucho, rompían muebles, no se comportaban o porque, simplemente, se cansaron de ellos. También, más de uno ha expresado querer tener un nieto de su perrita o no la esterilizan porque venden sus camadas y le sacan billetes a la perrita que tanto “aman”.
Tener un animal de compañía es como tener un hijo. Que quede claro, a un hijo no lo explotamos, no le sacamos billetes a costa de su raza o linaje. Tampoco los abandonamos a su suerte. A un hijo tratamos de darle lo mejor que podemos dentro de nuestras limitaciones y de las herramientas que tenemos a nuestro alcance.
El compromiso de compartir con un animal de compañía (mascota) es la experiencia más digna y hermosa que podemos tener en cualquier etapa de nuestras vidas. Recuerdo que desde pequeño me crié entre cotorras, pericos, mono Tití y perros, ya que mis padres siempre nos inculcaron a mis hermanos y a mí el amor hacia ellos. Sajoti, un hermoso perro esquimal americano, fue mi compañero de vida muchos años no solo para mí, sino también para mis hermanos y familia. Mi compromiso y lealtad hacia él fue incuestionable hasta el día de su muerte. Por lo tanto, ese vínculo que surge de manera espontánea e incuestionable entre un humano y un animal es para siempre y trasciende la vida o la muerte. En esa relación no existe cuestionamientos ni pequeñeces ni existe egoísmos. Lo que existe es entrega a manos llenas y se da de manera orgánica y distinta a la relación entre humanos.
Los humanos somos egoístas e inseguros; verbalizamos cosas de las cuales luego nos arrepentimos, tenemos agendas que confligen unas con otras, nos puede dar coraje y, en nuestras interacciones con otros humanos, nos desquitamos. Entre humanos puede que nos cueste entendernos o llegar a acuerdos. La historia de la humanidad está llena de ejemplos pésimos de cómo la relación humana-humana puede ser un caos. Solo miren la situación desastrosa de Ucrania.
Ahora bien, ¿alguien ha tenido una relación humano-animal caótica? Todo lo contrario: los estudios hablan de las bondades y los beneficios extraordinarios que se producen a través de ese junte. Para los que hemos experimentado vivir entre animales de compañía podemos afirmar que es una relación perfecta, ¿y por qué llegamos a esa conclusión? Nuestro animal no nos juzga, es un ser viviente humilde, que siente y que está lleno de bondad y amor incondicional inagotable. Es una fuente de inspiración diaria que se comunica con nosotros con su cuerpo y sus ojos. Tiene un lenguaje particular y desarrollamos la habilidad para descifrarlo. ¿Alguna vez encontraste a un perro en la calle y luego de mirar a sus ojos se te hizo imposible dejarlo abandonado a su suerte? Eso se llama conexión, algunos dicen que es empatía. Yo digo que es amor a primera vista producto de la indiscutible magia de la relación humano-animal. Por eso es importante el compromiso hacia ellos, pero para toda la vida.